Cecilio Fernández Bustos
El modo más seguro de corromper a un adolescente es incitarlo a estimar más a los que piensan igual que él que a los que piensan de manera diferente.
Friedrich Nietzsche
Alborada 14
227) Esculpe y unce tu voluntad a la tierra que te cobija. Tiende tu mano y aprieta la que te tiende tu hermano. Mañana, sí mañana será la fiesta.
228) Cuando despertaron los españoles, el Dictador todavía estaba allí.
229) Opinar es comprometerse.
230) Todo laberinto tiene una salida.
231) A estas alturas de la historia ya no deberían existir las guerras. ¿Cómo se apañaran los dioses para recomponer tanto cuerpo destrozado por la metralla?
232) Todo sacrificio, sea o no voluntario, genera dolor. Y todo dolor es causa de infelicidad.
233) Ya lo dijo Luis Cernuda, no hay nada mejor, para unir el cielo con la tierra, que el torbellino del aleteo de labio a labio.
234) Dios es el principal símbolo del poder y de la personalización ‘identitaria’. Él premia y castiga. Señala a unos hombres y a unas instituciones para que lo representen y ejerzan el poder en su nombre. El poder se ejerce disponiendo de las herramientas adecuadas, entre las que destaca el castigo en todas sus manifestaciones. Y aquí trabajan las iglesias, los estados y los grupos de conjurados en todos los ámbitos hipotéticos de la conjura.
235) La muerte no, la muerte no es castigo divino excepto cuando los hombres solos o en grupo se revisten del poder divino y ejecutan a sus iguales porque rompen el hilo de la identidad y pertenencia.
236) Cierto, hubo un tiempo en que era más sano comer. Mas igual de cierto era que se comía menos y, lo más lamentable, eran menos los que comían.
237) El azar y lo causal nutren la belleza de lo que se espera.
238) Vivir y convivir. Degustar el placer de escuchar y tolerar. Saber que hay otros modos de pensar y, por pensar, también hay modos distintos de vivir. Igualmente hay diversas formar de amar y de sentir. Para servir a la tolerancia es fundamental la educación.
239) Asunto complicado: ¡compartir!
240) No nos teníamos que morir nunca, pues siempre hay algo que hacer.
241) El tiempo es el mayor enemigo de nuestro ocio.
242) Dejadme, dejadme pasar, yo también quiero participar en esta fiesta: sí, estoy vivo y veo caer las manos sobre las teclas del piano.
243) Despierto acaricio los recuerdos. Si duerno sueño con el porvenir.
244) ¿Quién se atreve a poner límites a la imaginación? Acaso, ¿puede llegar tan lejos la osadía de los confesionarios?